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El androcentrismo [de raíz griega ἀνδρός – andro=hombre/varón] comprende la realidad desde una perspectiva masculina dominante, presentándola como si fuera neutral y universal. Es decir, la experiencia del hombre se posiciona en el centro de todas las cosas y de todas las formas de conocimiento, siendo el modelo o referente dominante en la construcción de saberes, especialmente en el desarrollo de la ciencia y la tecnología. La suposición de la perspectiva masculina como universal o superior invisibiliza las perspectivas y experiencias de otros géneros en la construcción de conocimiento.
Para profundizar en este concepto se sugiere el texto “The Man-Made World; or, Our Androcentric Culture” de Charlotte Perkins Gilman, autora que acuñó el concepto en 1911.
El binarismo es una forma de pensar y de conocer que asume la existencia de dos polos opuestos y/o complementarios para comprender la realidad en sus múltiples dimensiones: alto/bajo; afuera/adentro; seco/húmedo; claro/oscuro; entre otros. Dentro de estos múltiples pares o polos se encuentran también las categorías hombre/mujer o masculino/femenino. El binarismo como forma de conocimiento supone una relación jerárquica entre las categorías relacionadas, que además se encuentra naturalizada o asimilada en la cultura y en el sentido común. Por ejemplo, en el caso del género, históricamente se ha naturalizado la superioridad del hombre sobre la mujer o de lo masculino sobre lo femenino. Además, el binarismo invisibiliza el espectro de posibilidades que se podría encontrar entre las categorías que componen los pares, reduciendo la diversidad y la complejidad con la que se conoce la realidad.
Para profundizar en el binarismo de género se sugiere el texto “Yo soy el monstruo que os habla. Informe para una academia de psicoanalistas” de Paul B. Preciado.
El concepto de brecha de género es una herramienta analítica que permite constatar las desigualdades entre hombres y mujeres en un área determinada y medible, es decir, cuantificable, ya sea que corresponda a una dimensión económica, social, política, entre otras. La brecha de género se calcula como la diferencia entre el indicador de mujeres menos el de hombres, de manera que un resultado negativo indicaría una desventaja de las mujeres respecto de los hombres, mientras que un resultado positivo posicionaría favorablemente a las mujeres con relación a los hombres. El resultado de la medición de la brecha de género no puede ser interpretado fuera del contexto en el que es producido, sin embargo, esclarecer la distancia entre hombres y mujeres en determinada área permite el diseño y ejecución de políticas que conduzcan a la eliminación de estas desigualdades de manera específica y concreta, haciendo posible su seguimiento en el tiempo.
Para obtener un panorama global actualizado de la brecha de género, se sugiere el texto “Global Gender Gap Report 2024” del World Economic Forum.
El conocimiento situado es una postura epistemológica en que la persona que conoce asume que no es un sujeto neutral de conocimiento, es decir, que tiene un cuerpo, unas experiencias particulares y una posición en lo social que le permiten tener una perspectiva determinada del objeto a conocer. Así, la objetividad posible en la construcción de conocimiento es siempre parcial, nunca universal. Esto no significa renunciar a la construcción objetiva de conocimiento, sino de dar cuenta del lugar desde donde se observa aquello que se pretende conocer. El conocimiento situado no es lo mismo que el conocimiento subjetivo, aunque suelen confundirse. La diferencia entre ellos yace en que el conocimiento subjetivo releva la identidad de la persona que conoce, mientras que el conocimiento situado aspira a la objetividad, comprendida como un conocimiento fidedigno de la realidad que sea parcialmente compartido. En suma, el conocimiento situado es una nueva definición de objetividad.
Para profundizar en este concepto se sugiere el texto “Conocimientos situados: la cuestión científica en el feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial” en Ciencia, Cyborgs y Mujeres. La reinvención de la naturaleza de Donna Haraway.
Consiste en el diseño de investigaciones que consideren la diferencia en la experiencia de hombres y mujeres y el impacto que ésta puede tener en los resultados de investigación. Para ello, se debe proponer muestras representativas y preguntas u objetos de investigación que sean pertinentes o relevantes para ambos géneros.
Para explorar el diseño sensible al género, se sugiere revisar el proyecto Gendered Innovations in Science, Health & Medicine, Engineering, and Enviroment, de la Universidad de Standford.
La división sexual del trabajo es un concepto que busca visibilizar la opresión de las mujeres como grupo históricamente subordinado a las labores del hogar, de cuidado o de servicio. Se ocupa como herramienta analítica para comprender e interpretar las históricas y todavía vigentes desigualdades en el mundo del trabajo, donde las mujeres usualmente ejercen tareas reproductivas no remuneradas, así como también se dedican a ocupaciones y profesiones vinculadas a labores de asistencia, cuidado, educación y servicio, que suelen ejercerse en condiciones de mayor precariedad económica y que no poseen la misma valoración social respecto a otros ámbitos de desempeño. Asimismo, la división sexual del trabajo permite explicar la doble jornada laboral de las mujeres que ejercen trabajos remunerados sin abandonar las labores reproductivas y de cuidado.
Para profundizar en el concepto de división sexual del trabajo, se sugiere el texto “El infeliz matrimonio entre marxismo y feminismo” de Heidi Hartmann.
La equidad de género postula la generación de las condiciones simbólicas y materiales para que las mujeres y grupos históricamente excluidos puedan desarrollarse en la plenitud de sus capacidades, avanzando en justicia social. Involucra la tensión entre la igualdad y la diferencia, así como la complementariedad de la justicia social con la justicia cultural. Es decir, tiene connotaciones culturales y económicas, aspectos que requieren políticas de reconocimiento de las diferencias y aspectos que tienen que ver con políticas de redistribución, en el sentido de igual participación de los beneficios entre hombres y mujeres.
La equidad de género, al igual que la equidad concebida de manera general, busca eliminar por un lado la desigualdad social y por otro todo tipo de discriminación que atente contra los derechos de las personas.
Para profundizar en el concepto de equidad de género, se sugiere el texto “Igualdad y equidad de género. Aproximación teórico-conceptual” de Heidi Fritz y Teresa Valdés.
Los estereotipos de género son creencias simplificadas y comúnmente peyorativas sobre los géneros, que sirven de fundamento para ejercer discriminación sobre alguno de ellos. Ejemplos de estereotipos de género son las creencias sobre la pasividad y la emocionalidad de las mujeres versus la actividad y agresividad de los hombres; colores, actividades y habilidades asociados a cada género, entre otros.
Para profundizar en los estereotipos de género, se recomienda el texto “The Sociology of Gender. Theoretical Perspectives and Feminist Frameworks” en Gender. Sociological Perspectives de Linda Lindsey.
La ética del cuidado propone que la interdependencia entre los seres humanos es el fundamento de lo social y de la vida en común. Bajo esa premisa, considera que el cuidado y la responsabilidad son los principios centrales de la moralidad y las decisiones éticas. La ética del cuidado es propuesta como alternativa a la ética de la justicia, cuyo foco está en la búsqueda de imparcialidad y en la deliberación moral en torno a principios absolutos, como la autonomía o la libertad. La ética del cuidado también considera estas cuestiones, pero reivindica la empatía y el análisis situacional de los hechos por sobre la defensa acérrima de determinados principios fundamentales.
Para profundizar en este concepto se recomienda el texto “In a Different Voice. Psychological Theory and Women’s Development” de Carol Gilligan.
Consiste en la evaluación del impacto que diversas políticas, programas o intervenciones pueden tener tanto en hombres como en mujeres. La desagregación por género puede indicar si existen sesgos en la política o programa evaluado, permitiendo mejorar su diseño para lograr intervenciones más equitativas.
Para conocer más sobre la evaluación de impacto de género se sugiere revisar la guía “Gender Impact Assessment. Gender Mainstreaming Toolkit” del Instituto Europeo por la Igualdad de Género (EIGE).
Con el concepto de feminismo es posible referirse a dos cuestiones vinculadas pero distintas: la primera, relacionada al movimiento social de mujeres y la lucha por su emancipación de diversas formas de opresión, ya sean sociales, políticas o económicas, que luego se amplió a la búsqueda de la eliminación de todas las formas de desigualdad y discriminación en base al género; la segunda, en el ámbito académico, relativa a las teorías feministas que proponen al género como categoría de análisis y como un objeto de investigación. En ambas dimensiones, las múltiples corrientes del feminismo conducen a hablar con mayor precisión de “feminismos”, evidenciando las dificultades de aunar sus distintas líneas de pensamiento en una sola categoría.
Para profundizar en el feminismo como movimiento social y político en la actualidad se sugiere el texto “La cuarta ola: la globalización del feminismo” de Rosa Cobo; y para comprender su alcance teórico se propone la lectura de “¿Qué es la teoría feminista?” de Elizabeth Gross.
Genderwashing [gender=género; washing=lavado] o purplewashing [purple=morado, color representante del movimiento feminista] son anglicismos utilizados para describir una estrategia de marketing que busca posicionar a las empresas como promotoras de la igualdad y equidad de género, con el propósito de coincidir con las actuales tendencias y sensibilidades en la materia presentes en diversos grupos de consumidores. Sin embargo, esta estrategia correspondería a un lavado de imagen en tanto dichas organizaciones no presentarían prácticas ni políticas internas coherentes con dicha enunciación de principios.
Para profundizar en el concepto de genderwashing se sugiere revisar el texto “Genderwashing: the myth of equility” de Wendy Fox-Kirk, Rita Ann Gardiner, Hayley Finn y Jennifer Chisholm.
Género es un concepto que se refiere a la cualidad social de las distinciones basadas en el sexo, cuestionando el determinismo biológico explícito en conceptos como “sexo” o “diferencia sexual”. Es decir que, cuando hablamos de género, nos referimos a las categorías sociales atribuidas a los cuerpos sexuados para llegar a ser considerados hombres o mujeres. Por ejemplo, aquellos atributos tradicionalmente asociados a lo femenino, como la delicadeza o el cuidado; así como los típicamente asociados a lo masculino, como la rudeza o la competitividad, no son resultado del destino biológico o psíquico, sino producto de un complejo proceso de socialización en el que participan todas las esferas de lo social.
Para profundizar en este concepto se sugiere revisar el texto “El género: una categoría útil para el análisis histórico” de Joan Scott.
La igualdad de género es el reconocimiento de que todos los seres humanos, independientemente de su género, tienen derechos naturales que deben ser respetados y garantizados. En este sentido, se propone la igualdad de trato, de derechos y oportunidades. La igualdad de género no supone la invisibilización de las diferencias, sin embargo, su énfasis no yace necesariamente en el reconocimiento de estas, sino más bien en garantizar que su existencia no se transforme en un obstáculo para la justa distribución de bienes sociales esenciales, como el acceso al espacio público, ingresos, salud, educación, integridad física y psíquica, entre otros. Dentro del concepto de igualdad puede diferenciarse la igualdad de oportunidades o de acceso a derechos, respecto de la igualdad sustantiva, relativa a la eliminación de los obstáculos que impiden hacer efectivos los derechos humanos en la vida cotidiana.
Para profundizar en el concepto de igualdad de género, se sugiere el texto “Igualdad y equidad de género. Aproximación teórico-conceptual” de Heidi Fritz y Teresa Valdés.
La interseccionalidad es un enfoque que visibiliza las múltiples formas de opresión a las que puede estar sometida una persona, centrándose en el cruce entre género, raza y clase. Las formas de dominación cotidianas que se producen por la intersección de estas dimensiones no pueden ser delimitadas por los márgenes tradicionales de la discriminación racial, de género o clase, ni explicadas unilateralmente, erigiéndose como fenómenos que poseen su propia especificidad y complejidad en tanto experiencias únicas de discriminación.
Para profundizar en este concepto se sugiere el texto “Cartografiando los márgenes. Interseccionalidad, políticas identitarias y violencia contra las mujeres de color” de Kimberlé Williams Crenshaw.
La paridad de género consiste en el establecimiento de mecanismos para la eliminación de las brechas de género, ya sea en el acceso a oportunidades o en el ejercicio del poder económico, social, político, entre otros. La paridad de género busca la participación equilibrada de hombres y mujeres en todas las esferas de la vida, no solo como un asunto de justicia social sino también como un camino para la profundización y consolidación de la democracia en las sociedades modernas.
Para profundizar en la relación entre la paridad de género y la democracia se sugiere el texto “Gender Equality and Democracy” de Ronald Inglehart, Pippa Norris y Christian Welzel.
El patriarcado es una estructura social que reproduce la dominación de los hombres sobre las mujeres por la fuerza o la amenaza de ella. El tipo ideal de sociedad patriarcal también considera la dominación de los hombres mayores sobre los menores, pero esta cuestión presenta variaciones históricas y culturales significativas. Con el concepto de patriarcado se busca, principalmente, constatar que la dominación masculina se encuentra en múltiples variantes y grados en la mayoría de las formas de organización social y política, incluidas las sociedades contemporáneas.
Para profundizar en la tesis del patriarcado se sugiere el texto “Política sexual” de Kate Millet.
La perspectiva de género en investigación busca visibilizar la cuestión de género en cualquier problemática u objeto de estudio. Esto no se trata simplemente de que las mujeres se constituyan como investigadoras y/o sujetas de estudio o de que el género sea objeto de estudio, sino de comprender que todas las dimensiones de lo social pueden ser analizadas críticamente a partir del sistema sexo/género, dada su condición estructurante de la realidad. La perspectiva de género permite evidenciar las desigualdades de género en la construcción de conocimiento, en la organización de las instituciones, en la priorización y consecuente omisión de determinadas problemáticas, entre otros.
Para profundizar en la perspectiva de género, se sugiere el texto “La perspectiva de género” de Marta Lamas
Los roles de género son un conjunto de actividades, comportamientos y actitudes socialmente esperadas en conformidad con el género. En este sentido, también se habla de roles tradicionales de género para referirse a aquellas funciones típicamente atribuidas a hombres o mujeres en un contexto social y cultural determinado. Ejemplo de ello son las tareas de crianza adjudicadas a las mujeres, o los roles de protector y proveedor esperados de los hombres. Estos roles no responden a un determinismo biológico sino a procesos de socialización que comienzan a temprana edad en la vida de un individuo.
Para profundizar en los roles de género, se recomienda el texto “The Sociology of Gender. Theoretical Perspectives and Feminist Frameworks” en Gender. Sociological Perspectives de Linda Lindsey.
El sesgo de género es una forma de discriminación de género por omisión que conduce a un procesamiento erróneo de información. Este fenómeno se sostiene en asociaciones automáticas entre lo que se observa y lo masculino. Por ejemplo, decir “profesional de la ingeniería” y pensar inmediatamente en un hombre, u observar los síntomas de una enfermedad en pacientes masculinos y extender las conclusiones al conjunto de la población. Estas asociaciones automáticas, así como también la práctica de generalizar la experiencia masculina a la totalidad de los seres humanos, han sido aprendidas tempranamente, es decir, son producto de la cultura y la socialización.
Para profundizar en el concepto de sesgo de género, se sugiere el texto “La mujer invisible. Descubre cómo los datos configuran un mundo por y para los hombres” de Caroline Criado Pérez.
El sexismo es una forma de discriminación basada en el sexo o, más precisamente, la creencia en el estatus inferior de las mujeres respecto de los hombres, fundamentado en su supuesta desventaja natural y biológica. El sexismo se desprende esencialmente de los estereotipos de género y se vincula directamente con la dominación masculina como estructura de organización social.
Para profundizar en el concepto de sexismo, se recomienda el texto “The Sociology of Gender. Theoretical Perspectives and Feminist Frameworks” en Gender. Sociological Perspectives de Linda Lindsey.
El techo de cristal es un concepto que busca visibilizar la subrepresentación de las mujeres en cargos de alta gerencia o en los puestos más relevantes de cualquier jerarquía ocupacional. Este límite invisible no se encuentra vinculado a sus competencias, por el contrario, emerge de la constatación de trayectorias destacadas de mujeres que en determinado momento experimentan un estancamiento en su ascenso laboral sin justificación aparente. El techo de cristal encuentra su explicación, por una parte, en factores culturales que producen condiciones discriminatorias hacia las mujeres y, por otra, en el aparato psíquico femenino que como resultado de la socialización debe enfrentar la tensión entre el rol tradicional de género de las mujeres en la familia y las exigencias del desarrollo y el éxito profesional.
Para profundizar en el concepto de techo de cristal se sugiere el texto “Las “fronteras de cristal” en la carrera laboral de las mujeres. Género, subjetividad y globalización” de Mabel Burin.
Bajo el concepto de trabajo reproductivo se agrupan todas aquellas actividades relacionadas con las labores domésticas, de crianza, cuidado y asistencia asociadas al espacio privado, mayoritariamente no remuneradas, con excepción de aquellos casos en que son realizadas como servicios domésticos para otros que pagan por ello. La importancia económica del trabajo reproductivo ha sido históricamente invisibilizada, asociándose a una vocación supuestamente natural que tendrían las mujeres de realizar las labores del hogar, argumento que ha servido para sostener la división sexual del trabajo que dificulta la incorporación de las mujeres en las labores productivas remuneradas.
Para profundizar en el concepto de trabajo reproductivo, se sugiere el texto “El Calibán y la Bruja” de Silvia Federici.